viernes, 3 de febrero de 2012

Y LE BESÉ

Cuando le vi aparecer por aquella puerta supe que le quería, supe que deseaba estar con él más que con nadie y anhelaba pasar el resto de mi eternidad a su lado. Así que empecé a correr, corrí como nunca lo había hecho antes, con una serenidad indescriptible con ganas de abrazarle y no soltarle nunca. 
Salté a sus brazos sin pensar en nada, fue un instante de emoción en que solo deseaba que me envolviera con sus fuertes brazos y me estrechara contra él. Le rodeé el cuello con una ternura inexorable y tomé su pelo entre mis manos, acariciandole la nuca con suaves movimientos de deseo y él me estrechó por la cintura y me elevó hasta el cielo, entonces, allí, sin pensar en los que estaban en nuestro alrededor le besé. Le besé con el más puro cariño que salía de mi interior, un sentimiento que emanaba de mi con toda la fuerza del mundo y no cesaría hasta que él no fuera del todo mío. 
Le besé en el cuello y fui subiendo por la mejilla, me paré en sus parpados y los acaricie con mis labios, resbalé hasta su boca y sellé aquel deseo irrefrenable. Allí todo fue mágico, sus labios se movían al compás con los míos e iban el uno junto al otro, su lengua ardía y rozaba la mía con la seguridad de aquel que sabe que le quieren y empezó a reír.


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