Mírate al espejo. ¿Qué ves?
Busca tus ojos entre las lágrimas que derraman y que caen por tus mejillas burlándose de ti, llamándote débil solo porque tienes miedo. Una vez los hayas encontrado, levanta tu mano y apártalas de en medio. Sigue mirándote al espejo. Baja la mirada y busca esa línea inexpresiva que tienes bajo la nariz, cesa los sollozos que salen de tu alma y escucha.
El silencio te envuelve y eso te da miedo, pero estás sola, no temas. Levanta la mirada y fíjala en lo más profundo de tus ojos. Dime ahora, ¿qué ves?
Sí, ese brillo que llevaba ya tanto tiempo escondido, ese brillo que creías perdido, está ahí esperando para volver a iluminar tu mirada, deja que lo haga.
Mira tus labios que están enrojecidos de tanto mordértelos por el sufrimiento. Deja de hacerlo y dibuja una sonrisa, sabes que puedes hacerlo. Pero dibújala de verdad.
Coge esos recuerdos que no olvidaras nunca y tráelos de inmediato a tu presente, solo los buenos, los malos ya te han hecho sufrir demasiado.
Ahora sí, ya estas lista para que tus ojos brillen de nuevo, para dibujar esa sonrisa que tanto deseo ver y para volver a soñar otra vez. Aprovéchalo.
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