Hubo un momento en que pensé que todo podía llegar a cambar, que nos convertiríamos en mejores personas. Uno tras otro los recuerdos iban aparenciendo ante mi mente como una lenta película de cine en blanco y negro, y los mejores momentos pasados a tu lado quedaron plasmados nítidamente. Entonces me di cuenta de que éramos dos completos opuestos; día y noche, fuego y agua, cielo y tierra. Me di cuenta de que era tu disímil, tu contrario. Pero también la parte que te faltaba, el mal en tu bondad, la locura en tu sensatez, la sonrisa entre tus lágrimas. Y ahora sé que no soy igual que tu, pero si soy tu perfecto opuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario