No soy reina de nada. Reina tuya me llamabas, reina era de tu mundo, de tus sueños, de tu cielo entero reina era. Tus ojos poseía, tu sonrisa era mía, me apoderé de tu seductor pelo y te hice mío. No deseaba ser tu reina, pues mi rey a ti te creía, porque sin ti mi vida no era vida, porque mi cielo sin ti se quedaba sin estrellas y la luna solitaria brillaba en la inmensidad de ese mar infinito. Una luna triste, que con su llanto salpicaba a las personas y las inundaba de infelicidad. Porque esa luna vivía en un mundo negro, oscuro y sin salida. El rosa no era su color y la felicidad para ella no existía.
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