No tendré ninguna duda en el momento en que pueda abocarme a ti de nuevo y darte un beso, sentirte cerca y respirar tu aire. Sentir el escalofrío que recorre tu cuerpo y divisar en tus ojos aquel deseo incontrolable de hace ya tantos años. El dulce sabor de tus labios, tus persuasivos ojos, la amarga despedida, el lejano adiós.
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